Gobierno de Raimundo Andueza Palacio, 19 de Marzo de 1890 – 17 de Junio 1892
El
Consejo Federal reunido el 6 de marzo de 1890, elegía por unanimidad al abogado
guanareño Raimundo Andueza Palacio para suceder en la presidencia de la
República a Juan Pablo Rojas Paúl durante el bienio 1890-1892, en conformidad
con lo establecido en la Constitución de 1881.
Esta
elección fue recibida con universal beneplácito. Ministro de Relaciones Interiores de Rojas
Paúl, Andueza Palacio había sido designado como candidato oficial por el propio
mandatario a quien reemplazaba en la presidencia.
A pesar
de ser liberal, Andueza estaba apoyado por destacados representantes del
conservatismo y, dentro de su propio partido, había logrado el consenso de
guzmancistas y antiguzmancistas.
Asume
la presidencia el 19 de marzo de 1890 y en su discurso inaugural, afirma ser un
demócrata de convicciones. Representa, además,
el triunfo del civilismo. Los únicos militares del gabinete son el
general Julio F. Sarría en la cartera de Guerra y Marina y el general Neptalí
Urdaneta en la gobernación del Distrito Federal.
Existe
para entonces en el país la más absoluta
libertad de expresión y ni siquiera una caricatura que pinta al nuevo
presidente vestido de mujer es objeto de censura.
El
clima de euforia que acompaña los primeros meses del gobierno de Andueza
Palacio es también el resultado de una extraordinaria bonanza económica que
vive Venezuela por el alza del precio del café. Durante el año económico
1890-1891, las exportaciones venezolanas, superan por primera vez la cifra de
Bs. 100.000.000 y el presupuesto alcanza el monto récord de Bs. 53.719.804.
Como lo apunta Manuel Alfredo Rodríguez «…se mira por todas partes el áureo resplandor de las <morocotas> y
<pachanos> y la cerveza de los años del Centenario del nacimiento de
Bolívar deja paso al fino y picante coñac <Henessy>, tipo tres
estrellas…»
Sin
embargo, desde los inicios del nuevo gobierno, el problema de la reforma
constitucional, planteado durante el último año de la administración de Juan
Pablo Rojas Paúl (1889), vuelve a convertirse en el gran tema de actualidad y
provoca una de las primeras crisis del régimen.
El ex
presidente Rojas Paúl se había hecho la idea de que manejaría al presidente
Andueza al modo guzmancista y que el nuevo primer mandatario se limitaría a
hacer la reforma constitucional para devolverle la silla; sin embargo, Andueza
se siente lo suficientemente fuerte como para prescindir de cualquier mentor
político.
Lo
confirma en sus propósitos su hombre de confianza y figura central de su
gabinete, Sebastián Casañas, a quien el
público, por lo férreo de su carácter,
compara con Bismarck y aplica el apodo burlón de Canciller de Hierro.
Ante esta situación, Rojas Paúl resuelve expatriarse y viajar a La Habana
(agosto 1890).
La obra de gobierno:
La
bonanza fiscal le permite a Andueza Palacio ejercer con esplendor una política
de dádivas y subvenciones, con miras a
crearse una clientela electoral propia.
Durante
su breve gobierno, le toca inaugurar muchas de las obras iniciadas durante
períodos anteriores: el acueducto de Barquisimeto (5.4. 1890), el tramo
ferrocarrilero Aroa-Barquisimeto y el hospital Vargas de Caracas (1891).
Decreta
la transformación de los colegios nacionales de primera categoría de Maracaibo
y Valencia en universidades del Zulia y Carabobo respectivamente (29.5.1891);
crea el Ministerio de Correos y Telégrafos (27.6.1891); inicia la construcción
de un edificio para colegio de señoritas situado en la nueva urbanización El
Paraíso (edificio cedido en 1902 en enfiteusis a las hermanas de San José de
Tarbes); manda edificar el grupo escultórico en homenaje a José Félix Ribas,
ejecutado por Eloy Palacios, en la plaza Ribas de La Victoria y finalmente,
ordena la refacción del Palacio Federal de Caracas y la remodelación casi total
del Palacio Legislativo del Capitolio.
En
marzo de 1891, se conoce en Caracas el laudo sobre los límites entre Colombia y
Venezuela, sometido en 1881 al arbitraje de la Corona española; el resultado,
netamente desfavorable a Venezuela, anula las ventajas conseguidas en el
Tratado Santos Michelena-Lino de Pombo, negociado en 1833, el cual no había
sido ratificado en su momento por el Congreso Nacional y le cede a Colombia la
casi totalidad de la península de la Guajira, así como una vasta porción del
territorio situado al occidente del Orinoco que se convertía en corriente
fronteriza entre ambos países. Sin embargo, a pesar de su carácter lesivo para los intereses nacionales, el
laudo español pasó prácticamente desapercibido
ante al debate, iniciado en el Congreso, acerca del proceso de reforma constitucional,
el cual se presentaba basado en 2 proyectos sucesivos.
La reforma continuista:
El
primer proyecto buscaba establecer que el Congreso pudiera hacer enmiendas a la
Constitución, sin tener que convocar a una asamblea constituyente, ratificando
además el nombre de Miranda para el
antiguo estado Guzmán Blanco, así como
la elevación de las antiguas secciones Falcón y Zulia del Gran Estado Falcón a
la categoría de estados. Sancionada el 9 de abril de 1891, la Constitución
reformada fue promulgada por el Ejecutivo el 16 de abril de 1891.
El
segundo proyecto, presentado el 25 de junio de 1891, contemplaba cambios
sustanciales, entre ellos el regreso a la división territorial de 20 estados;
el sufragio universal directo y secreto; la representación proporcional de las
minorías en los cuerpos deliberantes y sobre todo, la extensión a 4 años del
período presidencial.
Las
reformas parciales de la Carta se harían conforme a lo establecido por la
recién promulgada Constitución, pero la reforma total sólo podría decidirla una
asamblea constituyente ordenada por las dos terceras partes del Congreso y por
los dos tercios de las asambleas legislativas de los estados.
El
proyecto, sometido a la consideración de las legislaturas estatales, fue
aprobado por todas, pero al acercarse la fecha de reunión del nuevo Congreso,
que coincidía con la fecha en que debía terminar el bienio de Andueza
(20.2.1892), el gobierno se dio cuenta de que carecía de la mayoría necesaria
para llevar a cabo sus planes; en efecto, a pesar de su política
sistemática de subvenciones y
dádivas, Andueza Palacio no había
logrado aplacar la oposición que definía sus intenciones como un intento de
permanecer en el poder.
Los
legisladores se encontraban divididos en 2 bandos: los «continuistas» o
partidarios de Andueza, que apoyaban la inmediata vigencia de la reforma
aprobada por las legislaturas y como según ésta, el período presidencial
finalizaba el 20 de abril de 1894, el mandatario en ejercicio podía continuar
como presidente por 2 años más; los
«legalistas», por lo contrario, se pronunciaban por la vigencia de la reforma
sólo a partir de 1894, debiéndose proceder para la próxima elección
presidencial según lo estipulado en la Constitución de 1881. Uno de los
destacados voceros del legalismo era el ex presidente Rojas Paúl, quien había
regresado a Venezuela a mediados de 1891; se le ofrece una legación en el
exterior para alejarlo y ante su negativa, es expulsado del país (26.10.1891).
La ruptura abierta entre Andueza y Rojas Paúl sólo sirve para animar la
oposición al continuismo. Ante esta situación, el Ejecutivo se propuso
obstaculizar la reunión del Congreso. El 14 de marzo de 1892, Andueza Palacio
lanzaba un Manifiesto a la nación, valiéndose de la aprobación de las asambleas
legislativas estatales para proclamar la vigencia inmediata de la reforma
constitucional propuesta, desconociendo de hecho, el poder del Congreso
Nacional. El «golpe de Estado» de Andueza desata la contienda armada.
La Revolución Legalista:
Joaquín
Crespo, retirado desde enero de 1892 a su hato guariqueño de El Totumo, declara
la guerra al gobierno en nombre del legalismo. De inmediato Andueza designa a
su ministro y consejero Sebastián
Casañas, el principal artífice de la maniobra continuista, comandante en
jefe del ejército expedicionario encargado de someter el alzamiento
(18.3.1892). En Caracas, la Corte de Casación y la Corte Federal acuerdan
suspender sus sesiones, mientras la insurgencia que adopta el nombre de
Revolución Legalista, se extiende rápidamente
por todo el país. El ejército expedicionario de Casañas hace contacto
con las fuerzas de Crespo en las márgenes
del río Apure (10.4.1892), pero no logra derrotar o dispersar la
insurrección. El regreso de Casañas a Caracas provoca una crisis en el bando
gubernamental; el Canciller de Hierro es destituido del mando del Ejército,
mientras el ministro de Guerra Julio F. Sarría y el jefe de la guarnición de
Caracas Domingo Monagas presionan a Andueza para que renuncie; violentas
manifestaciones recorren las calles de Caracas; la situación pronto se hace
insostenible. Finalmente, el 17 de junio de 1892, Andueza decide renunciar a la
presidencia y salir del país rumbo a Martinica, dejando encargado del Poder
Ejecutivo al consejero federal núm. 1, Guillermo Tell Villegas.
Tomado de: Fundación Polar (1998)
Diccionario de Historia de Venezuela (CDROM) Caracas
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