Primeros
años de la vida de Simón Bolívar
Tomado
de Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar 1998
Nombre
completo
Simón
José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco
Nació
en Caracas el 24 de julio de 1783
Falleció
en Santa Marta Colombia el 17 de diciembre 1830
Infancia
Perdió
a su padre a los 3 años y su madre a los 9. Quedó por algún tiempo al cuidado
de su abuelo Feliciano Palacios y de sus tíos maternos, junto con sus 2
hermanas y su hermano Juan Vicente.
Huérfano, prometido a una riqueza
considerable, heredero de plantaciones extensas, esclavios
y casas,
no tuvo una infancia feliz ni una educación sistemática.
Primeros
maestros
Entre
sus maestros ocasionales figuraron hombres distinguidos y particularmente,
Simón Rodríguez y Andrés Bello.
Viajes
En
1799, muerto el abuelo, resolvieron los tíos enviarlo a España a realizar
estudios. Es su primera salida al exterior. Un navío de vela lo lleva por el
Caribe a través de México y La Habana para finalmente tocar en Santoña, cerca
de San Sebastián. En el Madrid de Carlos
IV cuenta con la ayuda de sus tíos Esteban y Carlos Palacios y muy especialmente
del marqués de Ustáriz, en cuya casa
estuvo alojado por un tiempo.
Recibió
la educación de un joven de clase alta de la época: lenguas extranjeras, danza,
matemáticas, equitación, historia.
Conoce
a María Teresa Rodríguez del Toro, sobrina del marqués del Toro, se enamora
apasionadamente y decide casarse. Viaja a las provincias vascongadas y hace una
primera y corta visita a París. El 26 de mayo de 1802, no cumplidos sus 19
años, se casa con María Teresa en Madrid y regresa a Venezuela. Es entonces
cuando ocurre la terrible desgracia que va a pesar decisivamente sobre su
destino futuro. El
22 de enero de 1803, apenas 8 meses después de su matrimonio, muere su esposa
en Caracas.
Abatido
y desesperado, resuelve volver a Europa en octubre de 1803. Permanece en Madrid
poco tiempo y para mayo se halla en París. Permanecerá en Europa por tres años y medio. En París
encuentra a su antiguo maestro Simón Rodríguez.
Esta
es una época decisiva para su formación intelectual y la orientación de su
actividad futura. Dolorido y desconcertado por su drama personal, deseoso de
olvido se entrega a la vida europea con sedienta pasión.
Rodríguez
combate con relativo éxito su inclinación a los placeres y lo induce a leer las
obras fundamentales de la literatura política y filosófica de la época,
especialmente Montesquieu, Rousseau, Voltaire y los grandes enciclopedistas. Es
tiempo de grandes novedades en el escenario de las ideas y de la política.
El
cónsul Bonaparte se encamina a convertirse en el emperador Napoleón. Las
guerras napoleónicas cambian el mapa político. Está en juego el dominio del mundo y la
posibilidad de un cambio del rumbo de la historia. Están frescas las enseñanzas de la Revolución
Francesa. En ese vasto y fascinador teatro el joven Bolívar busca su rumbo.
Viaja con Rodríguez en jornadas de reflexión y de descubrimiento. Es entonces
cuando se define su decisión de consagrarse a luchar por la independencia de
América Hispana.
Juramento por la independencia: El 15 de agosto de
1805, en Roma, en presencia de Rodríguez, jura consagrar su vida a esta empresa
desmesurada y que parecía imposible.
A fiines de 1806 sale de regreso de Europa rumbo a los Estados Unidos. Entre enero
y junio visita las principales ciudades de la flamante república y conoce de
cerca personajes y testimonios de su lucha por la libertad. Regresa a Caracas
en junio. Parece reintegrarse a su vida normal de criollo rico, a su familia y
sus haciendas, pero es evidente que no ha abandonado la decisión tomada en
Roma.
Se
mezcla con algunos grupos que conspiran, particularmente a raíz de la invasión
de España por Napoleón y de la creación en la Península de las Juntas de
resistencia al usurpador extranjero. Por estas actividades es confinado en
1808, junto con otros jóvenes distinguidos, a sus fincas del Tuy. Allí lo
sorprende el 19 de abril de 1810, cercano a cumplir los 27 años.
Entrada
en la vida política
En
este punto comienza la vida pública de Bolívar. La Junta de Caracas lo designa
para presidir la misión que, junto con Luis López Méndez y Andrés Bello como secretario, se dirige a
Londres a explicar la situación y a buscar apoyo del gobierno británico.
Misión
en Londres y encuentro con Francisco de Miranda
Es
una empresa difícil por la equívoca situación oficial de la Junta, que aparece
ostensiblemente como defensora del rey legítimo contra la usurpación francesa y
por la cooperación de las fuerzas inglesas en la resistencia española.
Es
la primera vez que Venezuela actúa por su cuenta ante una potencia extranjera y
se logra lo más que era posible para el
momento: comprensión del Gabinete de Londres y contactos con personajes
influyentes. También se encuentra por primera vez con Francisco de
Miranda y lo incita a regresar a Venezuela.
Para
diciembre está de nuevo en Caracas.
Junto con Miranda y otros patriotas coopera en las actividades de la Sociedad
Patriótica, que es el centro más activo
de propaganda de las ideas de independencia y república.
El
3 de julio de 1811 pronuncia allí su primer discurso político.
Se incorpora como oficial a las fuerzas que dirige el general Miranda contra la
insurrección que ha surgido en Valencia (julio-agosto 1811). Comienza una época
de intensa actividad.
Está en Caracas cuando ocurre el terremoto de 1812
y pronuncia las temerarias palabras de la plaza de San Jacinto. En la
organización que ordena Miranda para enfrentar la ofensiva del capitán de fragata Domingo de Monteverde es designado
con el grado de coronel comandante político militar de la plaza de Puerto
Cabello. Por causa de una traición se pierde la fortaleza. Este inesperado fracaso,
que contribuye a la ruina de la Primera República, lo conturba y desespera y repercutirá
profundamente en su conducta ulterior.
En
la profunda confusión que sigue a la Capitulación de Miranda concurre con otros
compañeros de armas a detenerlo en La Guaira. (prisión de Francisco de Miranda)
Después
de un mes de difícil y amenazada situación logra salir a Curazao el 27 de
agosto y en octubre se traslada a Cartagena de Indias.
Casa Natal del Libertador. Tomado de Revista El Desafió de la Historia 2012
“ En la Casa Natal del
Libertador, situada entre las esquinas de San jacinto Traposos, funcionó en las últimas décadas del siglo XIX un Depósito de Relojes y Joyería de la firma Perrenoud y Beiner.
Podemos suponer que esto ocurrió ante la mirada indiferente de las autoridades y de la mayoríade los caraqueños- Lo que a nuestros ojos puede parecer un acto insólito para los venezolanos decimonónicos debió ser un hecho cotidiano, aunque éste no sería el único establecimiento comercial que albergó el histórico recinto; en 1893 estaba situado allí el Almacén de Mercancías de la firma Juan NóIk, cuyo propietario en un anuncio señalaba: la gran capacidad de esta casa histórica me permite recibir en consignación toda clase de frutos y productos del país de cuya venta en esta plaza a los precios más ventajosos posibles, me ocuparé personalmente”…..
La antigüedad de la Casa Natal del
Libertador data del siglo XVII y formaba parte de las propiedades de los Bolívar en las últimas décadas del siglo XVIII.
En 1886 el presidente Antonio
Guzmán Blanco, interesado en enaltecer la figura del Libertador corno mecanismo para resaltar su propia figura, compra esta propiedad. Pese a su proclamado fervor bolivariano (celebró con gran pompa el centenario del Libertador e hizo construir el Panteón Nacional donde fueron trasladados los restos del prócer), mientras estuvo en posesión de esta Casa no la convirtió, como era de esperarse, en un museo histórico, ni adelantó que sepamos alguna gestión para que formara
parte del patrimonio nacional; por lo tanto, a su muerte pasó a manos de sus herederos..
En 1912, la Sociedad Patriótica
abre una suscripción popular para comprarla y donársela a la nación. Cuatro años más tarde, se inician los trabajos de remodelación que involucraron a un equipo conformado por los arquitectos Alejandro Chataing y Antonio Malaussena, con la asesoría de Vicente Lecuna, Manuel Landaeta Rosales, Manuel Segundo Sánchez y el anticuario Christian Federico Witzke, éste último refiere en sus memorias un percance ocurrido con la obra: “Llegamos a la casa (de Bolívar) Landaeta y yo, y con gran sorpresa vimos que estaban removiendo el piso del zaguán... Éste estaba construido con vértebras de ganado unidas con cemento, estaba pulido a mano, toda una obra de arte colonial. De inmediato tratamos de paralizar los trabajos, pero el contratista prosiguió la demolición (sólo éramos asesores) y al final no pudimos hacer nada”.